Psicología del Adolescente
Se podría definir la Adolescencia como el período de transición entre la infancia y la adultez. Comenzaría en la pubertad alrededor de los 11 años y se extendería hasta la edad adulta alrededor de los 18-19 años. En esta etapa tiene lugar la maduración sexual con lo que se producen muchos cambios hormonales que afectan a su estado de ánimo. A nivel neurológico, el cerebro sigue su desarrollo hasta aproximadamente los 25 años. La maduración cerebral hace que mejoren las conexiones entre las distintas zonas del cerebro lo que favorece a su capacidad de razonamiento y planificación. Pero su sistema hormonal afecta a su sistema límbico, responsable de las emociones, sus lóbulos frontales aún no han completado su desarrollo con lo que no están lo suficientemente maduros para reprimir impulsos, por tanto, el control de las emociones del adolescente está en la amígdala, lo que les llevará a actuar de forma mucho más impulsiva.
Estos cambios biológicos darán lugar o irán acompañados de cambios psicológicos y sociales, por eso la adolescencia es una etapa de evolución, de cambios profundos y de duelo, tanto por la pérdida del cuerpo infantil, como por la separación emocional de los padres para seguir su propio camino.
El adolescente se embarca en una situación de búsqueda de nuevas relaciones, posibilidades, vínculos, es decir, búsqueda de su identidad y ese proceso supondrá una vuelta a su mundo infantil pero con la necesidad de dejarlo atrás para continuar con su desarrollo evolutivo.
En esta etapa surge la confrontación con los padres, con la familia, en un intento de reafirmarse en su nueva identidad. Pero a veces, la situación se complica y surgen verdaderos conflictos de convivencia, lo que debería ser normal se convierte en un problema, necesitando la intervención de un profesional que ayude a mejorar las relaciones familiares.
¿Cuándo es necesario acudir al Psicólogo?
Cuando la situación familiar está envuelta en un clima de conflicto permanente y el malestar de los miembros es evidente. Otras veces, no hay tantos problemas de relación pero se observan en el Adolescente los siguientes síntomas:
- Cambios de humor que pasan la raya de lo normal, ya que el joven sufre en exceso.
- Aislamiento social. Para un adolescente los amigos son lo más importante, si observamos que evita salir es que algo no va bien.
- Baja el rendimiento escolar.
- Aparición de síntomas físicos: cambios en los hábitos de comer o dormir, dificultades para conciliar o mantener el sueño, problemas con la alimentación, disminuyendo o aumentando la ingesta en exceso o dolores de cabeza, estómago, espalda…etc, somatizando así sus preocupaciones.
- Disminuye la capacidad de disfrutar de las cosas que le rodean, de la compañía de los demás, en resumen, sufre y es infeliz.
En Psicólogos MENSANA somos especialistas en Diagnóstico y Tratamiento de Adolescentes, adaptamos la intervención a las características propias del Adolescente.
¿En qué consiste la terapia?
La Terapia del Adolescente se basará en crear un ambiente relajado y cercano para que el joven sienta la libertad suficiente para expresar sus preocupaciones, emociones y sentimientos. Nuestra actitud más importante será la “escucha”.
Si hay algo a lo que el Adolescente le da suma importancia es a su palabra, que a menudo siente devaluada por el mundo adulto. También es muy importante para él su silencio porque es marco de su palabra, pero a los adultos de su entorno suele molestarles su silencio. Por eso en la clínica del Adolescente escucharemos “su decir” que tiene que ver con lo que dice y lo que no dice.
En cuanto a las técnicas terapéuticas dependerá de cada Adolescente, algunos se limitarán a hablar, con otros se combinará con la técnica del dibujo o juegos adaptados a su edad, otros utilizarán diversos materiales: material para trabajos manuales, periódicos, música…Lo importante será escuchar su relato sea cual sea el medio empleado.
Hay que asumir en la terapia con adolescentes que además de trabajar con el menor se trabaja con su entorno, por lo que en algún momento habrá que orientar a padres y profesores.
¿Cuál será la labor del Psicólogo?
El Psicólogo debe dar prioridad a lo que el Adolescente lleva a la sesión que, por lo general, coincidirá con la demanda paterna pero enfocada desde su perspectiva.
El papel del Psicólogo consistirá en escuchar, en hacer sentir al adolescente que para nosotros su palabra es tan importante como para él mismo. Esto hará que se encuentre cómodo para mostrar sus sentimientos y poder trabajar sobre ellos.
NUEVO EN EL BLOG
En Psicólogos Mensana atendemos a Adolescentes que presentan:
La ansiedad y el estrés forman parte del estilo de vida de los países desarrollados. Los jóvenes se dan cuenta de los sucesos amenazantes del mundo que les rodea. Cuando a las circunstancias ambientales se unen factores de riesgo de tipo genético, personal o familiar puede dar lugar a un trastorno de ansiedad.
Las reacciones de ansiedad y miedo son respuestas fisiológicas de defensa ante peligros potenciales que activan el estado de alerta ante amenazas externas y han servido para la supervivencia de la especie humana. Pero la ansiedad patológica se produce sin que exista una circunstancia ambiental para ello o aunque ésta se dé, la respuesta es desproporcionada.
En cuanto a las características clínicas, la ansiedad tiene una parte neurovegetativa y motriz, una parte cognoscitiva y una parte emocional y afectiva.
A nivel motriz, la ansiedad se manifiesta como inquietud, desasosiego, temblor y dificultad para permanecer quieto, aunque más raramente, puede suceder lo contrario y el adolescente muestra dificultad para hablar y moverse.
Los síntomas somáticos pueden afectar a todos los órganos y sistemas. La frecuencia cardiaca se acelera, disminuye el flujo sanguíneo periférico, se producen alteraciones en el electroencefalograma y aparece sudoración, palidez y temblor.
A nivel cognoscitivo, se dan los problemas de atención, concentración, memoria y lentitud de pensamiento. Además de percibir la realidad de forma amenazante y peligrosa.
A nivel emocional y afectivo, tienen sentimientos de despersonalización y desrealización, el mundo se percibe como si no fuera real, el sujeto tiene sentimientos de extrañeza ante el propio yo, se siente vacío, su estado de ánimo es deprimido y triste.
Una característica importante de los trastornos de ansiedad es la evitación. En la mayoría de los casos incluye evitación de situaciones específicas, lugares o estímulos, pero también formas más sutiles como la indecisión, la incertidumbre, el retraimiento o los actos ritualizados. La evitación va generalmente acompañada de componentes afectivos de temor, angustia o timidez.
Los trastornos de ansiedad implican una anticipación de la amenaza, que se manifiesta en preocupación, rumiación, expectación ansiosa, o pensamientos negativos. Además los adolescentes ansiosos, a menudo, presentan una serie de síntomas físicos tales como dolores de cabeza, dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, tensión muscular y es frecuente que padezcan problemas con el sueño.
¿Cuáles son los Trastornos de Ansiedad más frecuentes en el Adolescente?
- FOBIAS ESPECÍFICAS:
La fobia consiste en un miedo irreprimible, persistente y difícil de vencer a un estímulo concreto y solo aparece en contacto con ese estímulo.
La fobia más común en los adolescentes es a las relaciones sociales, pero también, a los animales, a la oscuridad, a las tormentas, a las agujas, a la sangre, a quedarse solos, al ascensor, a subir en avión…La intensidad varía en función de la proximidad o lejanía y características del estímulo.
La posibilidad de entrar en contacto con el objeto fóbico genera en el adolescente una angustia intensa que hace que ponga en marcha estrategias para evitar la situación.
La fobia como tal, debe cumplir dos criterios para su diagnóstico: producir en la persona un malestar intenso y suponer una limitación para el desarrollo de su vida normal.
- ANSIEDAD POR SEPARACIÓN:
Se inicia en la infancia pero también se da en esta etapa y consiste en una angustia intensa que sufre el adolescente cuando se separa de sus padres. Esta angustia es desproporcionada a la edad y situación y puede llegar al pánico.
Ese miedo irracional limita su vida diaria: ir a clase, salir con amigos, dormir fuera de casa, etc. El adolescente comenta que no puede separarse de sus padres para evitar que les pase algo malo, expresan angustia ante la posibilidad de morir, enfermar o sufrir otra desgracia. A veces, se trata de un sentimiento de nostalgia del pasado, de la infancia, que se idealiza y se vive como un paraíso perdido. Este sentimiento da lugar a ansiedad intensa, desesperación y ataques de pánico cuando está lejos de su casa y su familia.
También se dan manifestaciones de angustia, apatía, dificultades de concentración y problemas en las relaciones sociales.
- FOBIA ESCOLAR:
Consiste en la incapacidad total o parcial del joven para acudir a clase como consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto de la situación escolar.
Este rechazo a la escuela puede deberse a problemas de ansiedad que van desde el miedo a las tareas escolares, no se ve capaz de realizarlas, a la ansiedad por separación, al bullyng, ansiedad social, problemas con un profesor… , a veces estas causas van combinadas con dificultades dentro del entorno familiar.
La crisis de angustia aparece en varias franjas horarias, a veces por la mañana a la hora de ir a clase, o la tarde o noche anterior. Suele acompañarse de síntomas somáticos tales como vómitos, nauseas, diarreas, etc.
Las dificultades para ir a clase suelen aparecer de forma gradual, con protestas, después faltas ocasionales a clase, terminando por la evitación y negativa rotunda para asistir a la escuela. Otras veces, este rechazo comienza de forma repentina y los padres tienden a asociarlo con algún acontecimiento que ha actuado de precipitante como, por ejemplo, una enfermedad o accidente o algún hecho aparecido de forma puntual.
Esta fobia se acompaña, a veces, de cambios en la forma de actuar del adolescente apareciendo las dificultades para relacionarse socialmente, tendiendo al aislamiento, irritabilidad, fuertes discusiones en la familia, dándose también la sintomatología depresiva.
Es curioso como desaparecen estos síntomas en vacaciones.
- FOBIA SOCIAL:
Es el temor persistente ante situaciones que implican el contacto social con personas desconocidas, por miedo a la evaluación negativa de los otros.
El adolescente experimenta vergüenza, miedo, sentido del ridículo y en ocasiones ataques de pánico por el hecho de tener que hablar en público o con personas desconocidas.
La fobia social puede persistir en la vida adulta y no son infrecuentes las complicaciones con sintomatología depresiva, intentos de suicidio, logros académicos y laborales por debajo de sus posibilidades, dificultades de adaptación al trabajo.
Los adolescentes con esta fobia se muestran muy preocupados por la opinión negativa que puedan tener los demás sobre ellos, que crean que son poco atractivos, raros, poco inteligentes, desagradables…
Tienen muy pocos amigos y dificultades para hacer nuevas amistades. Son además muy tímidos y centrados en sí mismos.
Con frecuencia se quejan de múltiples síntomas somáticos justificando así evitar las relaciones sociales.
- ANSIEDAD GENERALIZADA:
Se define como la preocupación y temor excesivos sin una causa aparente real. Se caracteriza por la preocupación o ansiedad exagerada ante la vida en general.
Los adolescentes con este trastorno se preocupan mucho por lo que ocurrirá en el futuro, por hechos pasados, por ser aceptados socialmente, por problemas familiares, por su rendimiento escolar y por sus capacidades personales.
La pubertad es un periodo muy inestable el muchach@ comienza a asumir responsabilidades de la vida adulta y eso le genera inseguridades y miedos.
El joven muestra una actitud muy temerosa ante la vida, son miedos que carecen de base real, se preocupan en exceso por los exámenes, las relaciones de amistad, la posibilidad de sufrir alguna desgracia u otros acontecimientos futuros.
Son inseguros y necesitan que se les reafirme en sus opiniones o actos. No confían en sus capacidades y aptitudes sobre todo en cuanto a su rendimiento escolar con temor a las críticas de compañeros y profesores.
Son frecuentes las quejas psicosomáticas como vértigos, náuseas, cefaleas, dolores abdominales, opresión torácica, disnea, obstrucción en la garganta, ya que pasan la angustia al cuerpo, padecen también problemas de sueño. Pueden experimentar un estado mantenido de nerviosismo y tensión.
Este tipo de ansiedad se da con más frecuencia en familias con un nivel socioeconómico medio alto y con un grado de aspiración elevado con respecto a los hijos. Las expectativas excesivas en los menores es un factor de riesgo para que padezcan ansiedad, así como la sobreprotección o el tener una actitud educativa muy permisiva accediendo a sus demandas ya que se les priva de que aprendan a enfrentarse a los retos.
Este tipo de ansiedad comienza a veces de forma brusca y otras gradualmente.
¿Cuándo sería conveniente consultar con un Psicólogo por problemas de Ansiedad en el Adolescente?
A veces, los padres tienen una visión poco realista acerca del bienestar emocional de sus hijos, tienden a subestimar y pasar por alto sus emociones negativas y su estrés, creen que es por la edad y que se les pasará cuando crezcan sin llegar a percatarse de que sus hijos precisan la atención de un Psicólogo.
Es importante consultar cuando los síntomas le impiden realizar sus actividades diarias, aunque en algún momento mejoren, de no ser tratados profesionalmente, la sintomatología persistirá en la vida adulta.
Las fobias se encuadran dentro de los trastornos de ansiedad. Las más frecuentes en esta etapa son:
- FOBIA ESCOLAR:
Consiste en la incapacidad total o parcial del joven para acudir a clase como consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto de la situación escolar.
Este rechazo a la escuela puede deberse a problemas de ansiedad que van desde el miedo a las tareas escolares, no se ve capaz de realizarlas, a la ansiedad por separación, al bullyng, ansiedad social, problemas con un profesor… , a veces estas causas van combinadas con dificultades dentro del entorno familiar.
La crisis de angustia aparece en varias franjas horarias, a veces por la mañana a la hora de ir a clase, o la tarde o noche anterior. Suele acompañarse de síntomas somáticos tales como vómitos, nauseas, diarreas, etc.
Las dificultades para ir a clase suelen aparecer de forma gradual, con protestas, después faltas ocasionales a clase, terminando por la evitación y negativa rotunda para asistir a la escuela. Otras veces, este rechazo comienza de forma repentina y los padres tienden a asociarlo con algún acontecimiento que ha actuado de precipitante como, por ejemplo, una enfermedad o accidente o algún hecho aparecido de forma puntual.
Esta fobia se acompaña, a veces, de cambios en la forma de actuar del adolescente apareciendo las dificultades para relacionarse socialmente, tendiendo al aislamiento, irritabilidad, fuertes discusiones en la familia, dándose también la sintomatología depresiva.
Es curioso como desaparecen estos síntomas en vacaciones.
- FOBIA SOCIAL:
Es el temor persistente ante situaciones que implican el contacto social con personas desconocidas, por miedo a la evaluación negativa de los otros.
El adolescente experimenta vergüenza, miedo, sentido del ridículo y en ocasiones ataques de
pánico por el hecho de tener que hablar en público o con personas desconocidas.
La fobia social puede persistir en la vida adulta y no son infrecuentes las complicaciones con sintomatología depresiva, intentos de suicidio, logros académicos y laborales por debajo de sus posibilidades, dificultades de adaptación al trabajo.
Los adolescentes con esta fobia se muestran muy preocupados por la opinión negativa que puedan tener los demás sobre ellos, que crean que son poco atractivos, raros, poco inteligentes, desagradables…
Tienen muy pocos amigos y dificultades para hacer nuevas amistades. Son además muy tímidos y centrados en sí mismos.
Con frecuencia se quejan de múltiples síntomas somáticos justificando así evitar las relaciones sociales.
- FOBIAS ESPECÍFICAS:
La fobia consiste en un miedo irreprimible, persistente y difícil de vencer a un estímulo concreto y solo aparece en contacto con ese estímulo.
La fobia más común en los adolescentes es a las relaciones sociales, pero también, a los animales, a la oscuridad, a las tormentas, a las agujas, a la sangre, a quedarse solos, al ascensor, a subir en avión…La intensidad varía en función de la proximidad o lejanía y características del estímulo.
La posibilidad de entrar en contacto con el objeto fóbico genera en el adolescente una angustia intensa que hace que ponga en marcha estrategias para evitar la situación.
La fobia como tal, debe cumplir dos criterios para su diagnóstico: producir en la persona un malestar intenso y suponer una limitación para el desarrollo de su vida normal.
El Trastorno Obsesivo-Compulsivo, conocido como TOC, catalogado entre los trastornos de ansiedad hasta el DSM V en el que se clasifica aparte. Es el 4º trastorno psiquiátrico más común entre la población mundial. Es un trastorno multifactorial en el que parece estar implicado un fallo en el funcionamiento de un neurotransmisor cerebral llamado serotonina.
El TOC se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones repetidas que causan intenso malestar psicológico e interfieren en la vida diaria, en el entorno escolar, en las actividades sociales y en las relaciones familiares del niñ@ o adolescente que lo padece.
Una obsesión es una idea o pensamiento repetitivo inquietante, desagradable y no deseado, que surge reiteradamente y de forma incontrolable en la mente del menor, causándole un temor persistente y un alto nivel de ansiedad.
La compulsión es un comportamiento ritual estereotipado que se lleva a cabo, durante mucho más tiempo de lo normal, de forma repetitiva e ininterrumpidamente, y al que el menor con TOC recurre para reducir la ansiedad provocada por una idea obsesiva.
El niño con TOC tiene un esquema de pensamientos inquietantes y desagradables (obsesiones) o por conductas repetitivas y rituales (compulsiones) que no puede controlar. Para el observador externo estas obsesiones y compulsiones carecen de sentido, pero quien padece TOC no puede evitarlas: le provocan ansiedad, le generan una tremenda angustia y le causan un gran sufrimiento. Las obsesiones y compulsiones además de causar malestar clínico suponen una pérdida de tiempo y energía del joven deteriorando su vida familiar, escolar y social.
Durante la niñez, se dan muchos comportamientos obsesivo-compulsivos que no corresponden a un TOC, pueden jugar a no pisar las rayas, o tener rituales para dormir, o llevar un objeto que les da suerte a un examen, pero son niños alegres que tienen amigos y no sufren y que si se les interrumpe en la ejecución de un acto compulsivo no pasa nada, en contraposición de los niños con TOC que se pondrán muy irritables.
La mayoría de los niños y adolescentes con TOC tienen tanto compulsiones como obsesiones, aunque suelen predominar las primeras, sobre todo en los niños más pequeños.
Las obsesiones rondan, frecuentemente, en torno a los siguientes temas:
- La muerte, piensan en la posibilidad de morir ellos o algún familiar cercano, frecuentemente el progenitor del mismo sexo o los hermanos menores.
- El sexo, sobre todo los adolescentes.
- Las agresiones a otros.
- Las enfermedades, piensan que ellos o sus padres pueden tener una enfermedad grave.
- Miedo a contaminarse.
- Temor a equivocarse o hacer las cosas incorrectamente, exigiéndose el perfeccionismo.
Las obsesiones producen preocupación, culpa o vergüenza.
Las compulsiones más frecuentes son las siguientes:
- Lavarse continuamente, lo que puede degenerar en un problema dermatológico. A veces, obligan a los demás a hacer lo mismo antes de tocarlos.
- Limpiar constantemente. No soportan la suciedad. Frecuentemente exigen a los otros, sobre todo en la familia, que limpien o no manchen. Muchas veces esta necesidad de limpieza les impide salir de excursión o campamento.
- Realizar comprobaciones una y otra vez.
- Preocupación excesiva por el orden.
- Acumular cosas sin desprenderse de nada.
- Repetir constantemente una acción, sienten que tienen que hacer las cosas un número concreto de veces o de una forma determinada o, de lo contrario, sucederá algo malo, bien a ellos o a sus familiares.
- Rezar.
- Contar numéricamente.
- Decir palabras o números al azar.
¿Cómo afecta el TOC a los niños y adolescentes?
El TOC hace que la vida diaria resulte muy estresante para los menores, ya que normalmente los rituales requieren mucho tiempo, e interfiere con sus actividades diarias a las que llegan tarde, generando tensión o discusiones en la familia. Además no son capaces de disfrutar el tiempo con sus amigos o divertirse. En clase las obsesiones y los rituales tales como revisar, colocar el material, borrar y rehacer tareas, afecta a la atención y a la concentración. Los niños más mayores y los adolescentes pueden creer que están “locos” y trabajen duro para esconder el TOC a los demás. Sobrellevar el día a día puede ser agotador, ya que requiere mucha energía para neutralizar la angustia. Los menores diagnosticados de TOC tienen, generalmente, rituales a la hora de acostarse que sienten que deben realizar. Por lo tanto, se acuestan tarde y están cansados durante el día. Todo este estrés les produce irritabilidad y tristeza.
Por supuesto este comportamiento afecta al entorno familiar del menor. Los progenitores pasan por diferentes fases emocionales como quitarle importancia, preocupación, miedo, frustración, irritabilidad, culpa, y tristeza. Con frecuencia, se preguntan si el niñ@ o el joven se recuperará o será así siempre y cómo será su futuro.
¿Cuándo acudir al Psicólogo?
Afortunadamente el TOC tiene tratamiento y cuánto antes se inicie más rápida será la recuperación. Si no se trata en estas edades, el pronóstico en el adulto será menos favorable.
El trastorno por estrés postraumático es un síndrome clínico caracterizado por una gran variabilidad de síntomas afectivos, cognitivos y conductuales resultado de un malestar personal y deterioro social con diferentes complicaciones médicas y psiquiátricas que tienen lugar tras la exposición de la persona a un suceso con peligro para su vida o amenaza a su integridad física.
Según el DSM IV los criterios para el diagnóstico son:
- La persona ha experimentado, presenciado o le han explicado acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de las personas de su entorno.
- La persona ha respondido con un temor, desesperanza u horror intensos. Los niños presentan comportamientos desestructurados o agitados.
El suceso traumático es reexperimentado de forma persistente a través de:
- Recuerdos del acontecimiento recurrentes que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos y percepciones. En los niños esto se expresa a través de juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma.
- Sueños repetitivos sobre el acontecimiento que producen malestar. En los niños pueden darse sueños terroríficos de contenido irreconocible.
- La persona actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo. Sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback. Los niños pequeños pueden reescinificar el acontecimiento traumático específico.
- Malestar psicológico intenso y/o respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos que recuerdan el hecho traumático.
Evitación de acontecimientos y estímulos asociados al trauma:
- Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático así como actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma.
- Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma.
- Reducción del interés o la participación en actividades significativas.
- Sensación de desapego o enajenación frente a los demás.
- Restricciones de la vida afectiva.
- Sensación de un futuro desolador.
Aparecen síntomas que estaban ausentes antes del trauma tales como: dificultades para conciliar o mantener el sueño, irritabilidad o ataques de ira, dificultades para concentrarse, hipervigilancia, respuestas exageradas o sobresalto.
Entre los acontecimientos traumáticos que pueden originar un trastorno de estrés postraumático se incluyen la situación de combates en la guerra, ataques personales violentos (agresión sexual y física, atracos, robo de propiedades), ser secuestrado, atentados terroristas, ser tomado como rehén, torturas, encarcelamientos como prisionero de guerra, internamientos en campos de concentración, desastres naturales o provocados por el hombre, accidentes automovilísticos graves, diagnóstico de enfermedades potencialmente mortales.
En los niños, entre los acontecimientos traumáticos de carácter sexual, se incluyen las experiencias sexuales inapropiadas para la edad aunque no haya violencia o daños reales.
En los niños mayores, las pesadillas sobre el hecho traumático, pueden convertirse con el paso del tiempo, en pesadillas generalizadas donde pueden aparecer monstruos, rescates espectaculares o amenazas sobre ellos mismos o sobre los demás, los niños no suelen tener la sensación de revivir el pasado, la reexperimentación del trauma puede reflejarse en juegos de carácter repetitivo. Puesto que para un niño es difícil expresar la disminución del interés por las actividades importantes y la disminución de sus sentimientos y afectos, estos síntomas deben ser observados por los adultos de su entorno.
El asistir como espectador a sucesos como accidentes graves o muerte no natural de otros a causa de la guerra, ataques violentos, amputaciones o fragmentaciones del cuerpo, aunque no le ocurran a uno mismo también puede dar lugar a un estrés postraumático.
Los enfermos de TEPT sufren con más frecuencia varias enfermedades médicas graves y crónicas (hipertensión, enfermedades coronarias, cáncer, enfermedades respiratorias, musculoesqueléticas, etc), numerosas somatizaciones, varias conductas de riesgo para la salud como las adicciones y los accidentes. El fenómeno que produce el trauma implica un daño a la integridad y dignidad personal, una vivencia de muerte para el sujeto.
Los adolescentes son uno de los grupos que presenta mayor probabilidad de sufrir depresión, se da con mucha más frecuencia de lo que la gente piensa. En esta etapa se llevan a cabo procesos de cambio físico, psicológico, sociocultural y cognitivo, que demandan de los jóvenes el desarrollo de estrategias de afrontamiento que les permitan establecer un sentido de identidad, autonomía y éxito personal y social.
Además la adolescencia es el período de desarrollo más importante para la adquisición y mantenimiento de comportamiento saludable para la llegada a una etapa adulta. Un estado depresivo es un problema grave, puede derivar en abuso de drogas, alcoholismo, odio hacia sí mismo, automutilación, violencia e incluso suicidio.
Es altamente tratable, pero lo que vemos los psicólogos es que reciben ayuda psicológica uno de cada cinco adolescentes. A diferencia de los adultos, que pueden buscar ayuda por su cuenta, los jóvenes necesitan a sus padres, profesores u otros adultos para reconocer su sufrimiento y recibir el tratamiento que necesitan.
¿Cómo identificar la Depresión en el Adolescente?
A veces no es fácil distinguir entre la depresión y el mal humor de un adolescente normal, los adolescentes con depresión no parecen necesariamente tristes, ni tampoco suelen aislarse de la gente.
Los síntomas se centran en trastornos de comportamiento (conducta agresiva o inadecuada) y a menudo acompañados del abuso de sustancias. Los más predominantes son irritabilidad, agresión y cólera. También pueden observarse:
- Tristeza o desesperanza.
- Irritabilidad, enojo u hostilidad. Es más común en adolescentes que la tristeza, más propia del estado depresivo en adultos. Se siente fácilmente frustrado y es propenso a tener ataques de ira.
- Llanto frecuente.
- Aislamiento de los amigos y la familia. Mantienen algunas amistades, aunque suelen relacionarse menos que antes, se separan más de sus padres o empiezan a salir con gente diferente.
- Pérdida de interés en actividades.
- Cambios en los hábitos de comer y dormir.
- Inquietud y agitación.
- Sentimientos de inutilidad y culpa que los convierte en personas extremadamente vulnerables a la crítica, al rechazo y al fracaso.
- Falta de entusiasmo y motivación.
- Fatiga o falta de energía. Dolores inexplicables, como dolor de cabeza, de estómago, sin causa médica.
- Dificultad para concentrarse.
- Pensamiento de muerte o suicidio.
¿Cuándo sería conveniente consultar con un Psicólogo por problemas de Depresión en el Adolescente?
Muchos de los comportamientos o actitudes rebeldes y poco saludables son, en realidad, señales de depresión. Todo lo que los adolescentes manifiestan son un intento de hacer frente a su dolor emocional. Por ello serían señales de alerta:
- Problemas en los estudios. Dificultades de concentración, baja su rendimiento y las calificaciones, sienten frustración con su trabajo al comparar su rendimiento actual con el anterior.
- Huir y refugiarse en actividades y entornos poco saludables. Drogas, alcohol, adicción a internet…, suelen ser un grito de ayuda.
- Comportamiento imprudente en todos los ambientes en los que se muevan (acoso cibernético, sexo inseguro, alcoholismo, drogadicción, conducción temeraria….)
- Violencia y problemas de salud mental. Violencia hacia sí mismo o hacia los demás.
- Trastornos con la alimentación.
- Autolexiones.
Si usted está preocupado por la posibilidad de que su hij@ adolescente está deprimido o tiene alguna duda, consúltenos, estaremos encantados de ayudarle.
La pubertad y adolescencia es una etapa de significativos cambios físicos y psicológicos en los que la construcción de la propia imagen es de suma importancia. Los adolescentes se ven enfrentados a un desarrollo físico sexual disarmónico y desproporcionado en un principio, propio de la edad, que se contrapone a la cultura de la delgadez. Los adolescentes tienden a equiparar bajo peso con belleza, así como éxito y aceptación social con delgadez. Hay adolescentes que muestran insatisfacción por su imagen corporal al ser diferente del modelo social propuesto. El deseo de parecerse a esos modelos podría favorecer el incremento de la patología del trastorno de la imagen corporal.
Hay diversas situaciones en las que la ingestión de alimentos es utilizada para tapar problemas de adaptación internos o externos. En la clínica estas alteraciones presentan dos aspectos: las variaciones de peso estables (obesidad, anorexia nerviosa) o fluctuantes y las preocupaciones dietéticas excesivas relacionadas en general con la apariencia corporal y que inducen a adoptar hábitos alimentarios específicos como los regímenes dietéticos.
Por lo expuesto hasta ahora denominaríamos “trastornos de alimentación” tanto a la anorexia nerviosa y a la bulimia como a todo tipo de conducta alimentaria inhabitual, que sin responder al conjunto de criterios diagnósticos establecidos por las clasificaciones internacionales suelen aparecer asociadas con estas patologías.
Distinguiremos diversos tipos de alteraciones:
- Comportamientos alimentarios inestables: La conducta alimentaria no se muestra alterada durante las comidas pero algunos adolescentes presentan comportamientos específicos que van desde la ingesta desmesurada de alimentos (responde a un apetito desmesurado y se observa en la fase premenstrual principalmente, el comportamiento permanece adaptado y la adolescente ingiere sus alimentos preferidos), a la crisis bulímica (se toman una enorme cantidad de alimentos a escondidas y sin control).
- Comportamientos alimentarios cuantitativamente alterados: Hiperfagia-Picoteo. La hiperfagia se caracteriza por un aporte alimentario excesivo, favorecido por factores medioambientales como son las costumbres alimentarias familiares. El picoteo se produce fuera de las comidas y puede tener lugar durante todo el día.
- Reducción alimentaria: puede ser global o selectiva y sigue los consejos o recomendaciones de los medios de comunicación. Algunos de estos casos evolucionan en una anorexia.
- Comportamientos alimentarios cualitativamente alterados: La ingestión de alimentos adquiere significaciones simbólicas diversas, en general de peligro y amenaza. Ciertos alimentos quedan excluidos de la dieta alimentaria pero no con la intención de evitar un aporte calórico sino a causa de la significación simbólica del alimento y su valoración familiar o individual. El adolescente puede privarse de un alimento que le gusta especialmente, o de un guiso selectivo. Estas conductas revelan la presencia de un comportamiento neurótico.
En cuanto a los principales “trastornos alimentarios” considerados patológicos distinguiremos:
- ANOREXIA NERVIOSA:
Las personas que la sufren tienen una imagen distorsionada del cuerpo que hace que se perciban gordas incluso cuando están extremadamente delgadas. Se niegan a comer, hacen ejercicio compulsivamente y desarrollan hábitos inusuales tales como evitar comer delante de los demás, pierden mucho peso y pueden incluso llegar a morir de hambre.
Los factores desencadenantes que se barajan son múltiples: rasgos temperamentales como el perfeccionismo u operaciones inconscientes como la búsqueda de nuevos objetos.
Esta enfermedad se conoce desde hace ya mucho tiempo; sus síntomas fueron descritos en el siglo XVII por Richard Morton que describía a una joven con pérdida de apetito y de las funciones digestivas, con una delgadez espeluznante, enfermedad según él de origen nervioso.
El cuadro clínico es muy característico. Se constituye en un periodo de 3 a 6 meses, con la intención en un principio de seguir un régimen pero después la restricción alimentaria moderada inicial se vuelve metódica, resoluta mantenida enérgicamente y con la clara intención de adelgazar. Hay una negación a mantener un peso normal o saludable con un miedo intenso a subir de peso.
La imagen corporal está distorsionada se ven a sí mismas como excedidas en peso, incluso cuando están delgadas. El comer, la comida y el control del peso se vuelven una obsesión, racionan la comida cuidadosamente, solo ingieren pequeñísimas cantidades de ciertas comidas sin apenas aporte calórico. Experimentan un placer auténtico cuando consiguen controlar las necesidades fisiológicas.
La autoestima está significativamente influenciada por las percepciones de la forma y el peso del cuerpo.
La amenorrea, falta de menstruación en niñas y mujeres es otra de las consecuencias.
La hiperactividad intelectual o física acompaña también a este cuadro. Suele observarse una hipermotivación en el trabajo escolar, sin manifestar un placer real por el funcionamiento intelectual. Pasan muchas horas estudiando que les sirve además como excusa para aislarse socialmente.
La hiperactividad física no disminuye por el adelgazamiento, puede que cuanto más delgada esté más enérgica se sienta y más actividades emprenda.
El desinterés por la sexualidad es muy frecuente. Expresan su deseo por recuperar su cuerpo prepuberal así como el rechazo a crecer.
No obstante, algunas personas atraviesan episodios de atracones seguidos de una dieta extrema y/o exceso de ejercicios, vómitos autoinducidos y abuso de laxantes, diuréticos o enemas.
Otros síntomas que se pueden desarrollar con el paso del tiempo incluyen: pérdida de masa ósea (osteopenia u osteoporosis), cabello y uñas quebradizas, piel seca y amarillenta, crecimiento de vello en todo el cuerpo, anemia leve, agotamiento y debilidad muscular, presión sanguínea baja, respiración y pulso lento, daño en la estructura y el funcionamiento del corazón, daño cerebral, insuficiencia multiorgánica, disminución de la temperatura corporal interna, lo que provoca que la persona sienta frío en todo momento, letargo, pereza o cansancio todo el tiempo, e infertilidad.
- BULIMIA NERVIOSA:
La bulimia nerviosa se caracteriza por episodios frecuentes y recurrentes de ingesta de cantidades extremadamente grandes de comida a escondidas y sin control. Los alimentos se toman a veces preparados de antemano pero con más frecuencia se comen tal cual sin calentar, luego se purgan utilizando laxantes, enemas o diuréticos, vomitando y/o haciendo ejercicio. El ciclo de atracón y purga puede darse varias veces a la semana e incluso al día.
Comen de forma precipitada, casi sin masticar y las cantidades ingeridas pueden llegar a ser enormes. El ataque termina cuando ya no queda nada para comer, cuando el adolescente es sorprendido por otra persona o cuando la sensación de saciedad llega a provocar malestar.
La crisis suele ir precedida de un estado de tensión, de malestar emocional, sin hambre auténtica, con un componente de excitación que puede ir acompañado de una lucha consciente contra el impulso de ingestión.
Actúan en secreto, se sienten avergonzados, culpables y se dan asco cuando comen demasiado, pero aliviados de la tensión y la ansiedad una vez que sienten vacíos sus estómagos.
A la fase de ingestión incontrolada sucede una fase de abatimiento con malestar físico (dolores de estómago, fatiga, cefaleas, náuseas, etc.) y psíquico (remordimientos, vergüenza, culpabilidad, asco, humillación, menosprecio, etc.)
A diferencia de la anorexia nerviosa, las personas con bulimia nerviosa generalmente mantienen lo que se considera un peso saludable o algunas tienen un poco de sobrepeso. Al igual que las que tienen anorexia nerviosa, estas personas tienen miedo de engordar, quieren desesperadamente perder peso y se sienten muy insatisfechas con la forma y el tamaño de su cuerpo.
Otros síntomas incluyen: garganta inflamada e irritada en forma crónica, glándulas salivales inflamadas en el área del cuello y la mandíbula, esmalte de los dientes gastados, dientes cada vez más sensibles y cariados como resultado de la alta exposición al jugo gástrico, trastorno de reflujo gastroesofágico (ácido) y otros problemas gastrointestinales, dolor e irritación intestinal a causa del abuso de laxantes, gran deshidratación por la pérdida de líquidos al vomitar o defecar por la acción de laxantes, desequilibrio electrolítico que puede conducir a un ataque cardíaco (niveles muy bajos o muy altos de sodio, calcio, potasio y otros minerales).
- TRASTORNO POR ATRACÓN:
Con el trastorno por atracón la persona pierde el control sobre su alimentación. A diferencia de la bulimia nerviosa, a los episodios de atracones no les sigue comportamientos como purgas, exceso de ejercicios o ayunos. Por esta razón, la persona con trastorno por atracón a menudo tiene sobrepeso o es obesa, tiene un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares o presión arterial elevada. También experimenta un sentimiento de culpa, vergüenza y angustia por tal comportamiento lo que le puede llevar a más atracones.
Los adolescentes que tienen trastornos en la alimentación procuran ocultarlo a su entorno intentando que sus familias o amigos no sospechen que tienen un problema. Conscientes de que su conducta no es normal, evitan el contacto social, ocultan su conducta y niegan que sus patrones de alimentación sean problemáticos.
Nos podemos encontrar muchas variantes: anorexia, bulimia, ortorexia, vigorexia, y comer compulsivo. Aparecen en la adolescencia porque en esta etapa la preocupación por su aspecto físico aumenta. Las personas que padecen anorexia y bulimia son a menudo, demasiado perfeccionistas, con muy baja autoestima y excesivamente críticas consigo mismo y sus cuerpos, así como sentir emociones y actitudes extremas. Es común la negación del problema. En la mayoría de los casos estos trastornos suelen ir acompañados de problemas como la ansiedad, pánico, trastorno obsesivo compulsivo y el consumo de alcohol y drogas.
Es muy importante, en todos los casos, si sospechan que su hij@ padece de uno de estos trastornos, hablen con él o ella, aunque lo más seguro es que lo niegue. El siguiente paso es acudir al médico para que realice las pruebas pertinentes, ya que hay que descartar otras causas orgánicas que justifiquen esa pérdida o ganancia de peso.
Si se confirma el trastorno es recomendable pedir lo antes posible ayuda psicológica porque sin un adecuado tratamiento los adolescentes pueden sufrir problemas derivados de la desnutrición llegando a afectar al corazón y otras enfermedades graves. Con una adecuada atención podrá recuperar y disfrutar de hábitos alimenticios normales y recuperar su salud tanto emocional como psicológica.
El sueño forma parte de un ciclo circadiano, vigilia/sueño, proceso fisiológico necesario para el organismo. En la adolescencia, se producen frecuentemente alteraciones en el sueño debido a diversas causas alguna de las principales son los cambios de hábito y normas en la familia.
El principal trastorno de esta edad es la privación crónica del sueño, que provoca trastornos en el aprendizaje, en la conducta y en el sistema hormonal.
La adolescencia es un periodo de cambios biológicos, emocionales, psicológicos y sociales, que producen a veces en el menor, trastornos adaptativos. Es la etapa de maduración sexual, época de transición de niñ@ a adulto joven. El sueño puede representar para el adolescente un refugio contra los conflictos que despierta esta maduración sexual. El repliegue narcisista del sueño, la regresión en el mismo, son mecanismos de defensa contra la invasión de exigencias pulsionales nuevas a las que el Yo del adolescente es incapaz de hacer frente.
Pero a veces, este momento de regresión que es el sueño, puede causar en el adolescente un temor a la pérdida de control sobre un mundo fantasmático y pulsional que surge en los sueños y las pesadillas llegando incluso a temer la pérdida de su identidad narcisista. En el caso del insomnio nos encontramos en ocasiones, con adolescentes que, como en el caso de los niños, no pueden dormir solos o que luchan contra el sueño, a veces, con sustancias como el café, tabaco, alcohol, drogas, para no tener que sumergirse en ese abismo de incertidumbre y amenaza que representa la vida onírica, llegando a convertirse en verdaderas fobias.
“En las sociedad moderna la fase de transición de la infancia a la vida adulta (adolescencia) debe facilitar el desarrollo de un adulto maduro, responsable y bien preparado. Para ello, es necesario un triunvirato de hábitos de vida saludable que permanezcan como estilos de vida perdurables. Los hábitos nutricionales y el ejercicio físico son dos pilares fundamentales. Un sueño saludable y adecuado permite unas horas de vigilia saludables. No tenemos salud si nuestro sueño no es saludable. Sin embargo, la enseñanza de este tercer pilar de la salud generalmente está ausente o es mínima” (William C. Dement, descubridor de la fase REM).
Cuando los problemas de sueño no han desaparecido totalmente durante la infancia y la preadolescencia reaparecerán o empeorarán en la adolescencia. Durante esta etapa la necesidad de sueño parece un dato subjetivo que nunca llega a ser plenamente satisfecho.
La gran mayoría relaciona sus trastornos con factores psicológicos conocidos: tensiones, inquietudes, problemas familiares, socioprofesionales y escolares.
¿Cuánto debería dormir el adolescente?
El sueño fisiológicamente hablando es una actividad que varía a lo largo del crecimiento. La maduración del adolescente se acompaña de un retraso de la fase del sueño, es decir, del momento de inicio del mismo, ocasionado por un periodo circadiano más prolongado, alrededor de 25 horas mientras que en la población general es de 24 horas, y de un inicio de la secreción de melatonina más tardío. Por tanto, la necesidad de horas de sueño habituales disminuyen de forma progresiva en este período, así a los 13 años lo normal es dormir 9 horas y a los 16 la media de la población precisa 8 horas.
¿Qué consecuencias puede tener dormir menos?
Entre las consecuencias de la privación del sueño de forma crónica se encuentran: la mayor tasa de sufrir accidentes, se elevan los niveles de cortisol, alteración de la glucosa dando lugar a la obesidad y diabetes tipo 2 precoz, menor control de las emociones e incremento de ansiedad y depresión, baja capacidad para memorizar y bajo rendimiento académico, síntomas similares al déficit de atención, aumento de abusos de sustancias como nicotina, cafeína, alcohol y drogas.
Pero si dormir las horas adecuadas es fundamental, la regularidad de horarios también, y es frecuente que al llegar a la adolescencia los horarios se vuelvan más irregulares por varios factores entre ellos el que ya no depende tanto de los padres que se duerman o no, muchos de ellos aunque se van a su habitación, chatean con los amigos, ven series, etc con lo que se duermen por la mañana o a media tarde, dando lugar a una mayor alteración de horarios de sueño. La irregularidad está relacionada con alteraciones en los procesos cognitivos tales como la atención, la concentración, el razonamiento, bajando el rendimiento escolar. Afecta también a la psicomotricidad y al estado de ánimo ya que aumenta la irritabilidad, la ansiedad y la depresión.
¿Cuáles son los trastornos del sueño más frecuentes en la adolescencia?
- INSOMNIO:
Se define como la dificultad para iniciar el sueño o conseguir una continuidad en el mismo o también un despertar matutino antes de la hora adecuada o que el sueño no sea reparador o de escasa calidad.
La alteración del sueño va asociado a fatiga diurna y provoca malestar significativo, somnolencia diurna, pérdida de memoria, concentración o atención, problemas sociales o escaso rendimiento escolar, irritabilidad, trastornos de ánimo, poca energía para tener iniciativa, tendencia a cometer errores y sufrir accidentes además de síntomas físicos tales como tensión, cefaleas y síntomas gastrointestinales.
Diversos estudios han encontrado la prevalencia de insomnio tanto en niños sanos como en niños con patologías como ansiedad, depresión y desórdenes del espectro autista, lo que hace necesario saber cuál es la causa del mismo para poder combatirlo mejor.
Es posible distinguir clínicamente entre tres tipos diferentes de insomnio:
– Insomnios auténticos del adolescente con dificultades de conciliación y despertares nocturnos. La duración del sueño es menor de lo normal y el joven se queja de no poder dormir como quisiera. Los factores psicológicos son más frecuentes y están relacionados con ansiedad excesiva asociada en algunos casos a factores depresivos. Se trata de adolescentes en los que se observan conductas fóbicas o foboobsesivas.
– Insomnios como consecuencia de la utilización abusiva de drogas, psicofármacos, alcohol o tabaco.
– Síndrome de retraso del sueño. Se trata de una alteración cronobiológica que se prolonga durante un periodo de 6 meses y origina insomnios de conciliación. Se trata de un retraso sistemático de hasta 2 y 3 horas levantándose al día siguiente a mediodía o ya por la tarde. Una vez instaurado este síndrome puede provocar desescolarización y hay riesgo de desinserción social. Requiere tratamiento ya que genera malestar en la conducta, la afectividad y el rendimiento escolar. El diagnóstico requiere monitoreo diario y una historia detallada del sueño.
- PARASOMNIAS:
Se dan con mucha menos frecuencia que en la infancia y pueden reaparecer, aparecer o persistir durante la adolescencia. Suelen reflejar una dificultad psicopatológica más grave que en fases anteriores.
El sonambulismo se detecta con frecuencia en los adolescentes que presentan trastornos neuróticos. Los terrores nocturnos en sujetos que tienen cierta fragilidad en los mecanismos de defensa del Yo o en los que se sospecha un riesgo de crisis psicótica. En lo que concierne a la enuresis nocturna, puede persistir durante la adolescencia y en este caso se trata con más frecuencia de una enuresis primaria. Los adolescentes enuréticos suelen caracterizarse por “inmadurez emotiva o por psicopatía”. Hay que destacar que la enuresis desaparece con las primeras relaciones sexuales.
- HIPERSOMNIA:
El DSM-IV define la hipersomnia como una somnolencia excesiva con duración mínima de un mes en la que se dan episodios prolongados de sueño nocturno o de sueño diurno que se producen casi cada día. Provoca un malestar clínicamente significativo ya que afecta a la vida diaria del adolescente, produciendo deterioro en sus relaciones sociales, familiares y en su rendimiento escolar. Además la dificultad para levantarse hace que falte a clase.
La presencia de insomnio no explica la somnolencia, ya que no puede atribuirse a una cantidad inadecuada del mismo.
La alteración no se debe a otro trastorno mental ni a los efectos de la ingesta de alguna sustancia ni a una enfermedad médica.
- NARCOLEPSIA-CATALEPSIA (ENFERMEDAD DE GÉLINEAU):
Este síndrome presenta los siguientes síntomas:
– Somnolencia diurna excesiva con ataques de sueño irresistible que duran de unos minutos a unas horas.
– Ataques catapléjicos (abolición brusca del tono estático que dura de unos segundos a un minuto y están desencadenados con frecuencia por emociones, sobre todo si son agradables).
– Parálisis del sueño.
– Alucinaciones hipnagógicas auditivas, visuales o laberínticas que a menudo presentan un aspecto terrorífico.
– Sueño entrecortado por múltiples despertares.
– Este síndrome se observa en su totalidad entre los 15 y los 20 años pero no es raro encontrar algunos de los síntomas en la infancia.
- SÍNDROME DE KLEINE-LEVIN:
Se caracteriza por la asociación de episodios de hipersomnia con hiperfagia, trastornos del comportamiento del humor y alteración de las conductas sexuales. Este síndrome que es muy raro, se observa en el adolescente (entre los 15 y los 20 años). En ocasiones puede constituir el principio de una psicosis.
Hay que tener en cuenta que las hipersomnias en la adolescencia suelen ser psicógenas y revelan un estado depresivo latente.
¿Cuál es el tratamiento en los trastornos del sueño?
El tratamiento es esencialmente preventivo: asegurar una buena higiene del sueño desde la primera infancia y procurar un equilibrio psicoafectivo y de relación lo menos tormentoso posible.
Los tratamientos farmacológicos deben ser utilizados con precaución a estas edades por el riesgo de automedicación y porque puede provocar cronicidad. En cuanto al Síndrome de retraso de fase de sueño se aconseja la cronoterapia que consiste en ir escalonando los horarios de sueño adelantando la hora de acostarse en 3 o 3 horas al día hasta encontrar un horario compatible con la vida social. A veces se requiere hospitalización.
Evidentemente frente a cualquier trastorno de sueño será necesario una evaluación psicopatológica.
En la adolescencia las actuaciones (conductas espontáneas, impulsivas, agresivas o violentas) constituyen uno de los modos de expresión preferidos en caso de conflicto o angustia y se manifiesta tanto en la vida cotidiana, en la que la fuerza y la actividad motora van a la par, como en el ámbito psicopatológico en forma de problemas de comportamiento que son uno de los motivos más frecuentes de consulta.
Los factores que favorecen esta acción son:
- Factores medioambientales:
- Cambio en el estatus social, es decir, el paso de la infancia a la adolescencia, la libertad, autonomía e independencia que se adquieren favorecen esta acción.
- Los estereotipos sociales: los adolescentes tienden a comportarse conforme a la idea preconcebida que los adultos se han formado sobre este período denominado a menudo “crisis violenta”.
- La interacción social: un acto lleva a otro por imitación y puede comprobarse en los fenómenos de grupo.
- Factores internos:
- La excitación puberal: la irrupción de la madurez genital con la nueva necesidad sexual confronta al adolescente con un estado de tensión primero física y luego psíquica que para relajarse necesita encontrar su “objeto adecuado”.
- La angustia precisa de operaciones de descarga entre las que se encuentra la actuación.
- Cambios físicos: aumento de la energía y de la fuerza muscular que favorecen la acción. Estas transformaciones provocan cambios del esquema corporal y la alteración de su función en la formación de su identidad.
En los trastornos de conducta la sintomatología esencial consiste en un patrón de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de los demás y las normas sociales apropiadas a la edad. Se da en casa, en la escuela, con los compañeros y en la comunidad.
La agresión física es frecuente, los menores que sufren este trastorno son físicamente crueles con otras personas o con los animales y con frecuencia destruyen la propiedad de los demás, esto incluye el fuego. Pueden implicarse en robos o atracos o dedicarse a la extorsión, chantaje o asalto a mano armada. En edades más avanzadas llegan a la violación, asalto y homicidio.
Las mentiras y trampas en los juegos y en las actividades académicas son constantes, hacen novillos y se escapan de casa. Este comportamiento a menudo va asociado a consumo de tabaco, bebidas alcohólicas, fármacos y drogas. El menor puede no preocuparse de los sentimientos, deseos y bienestar de los demás. Hay una baja autoestima aunque puede dar imagen de dureza. Son rasgos frecuentes la baja tolerancia a la frustración, la irritabilidad, el temperamento irascible y la temeridad. Son frecuentes síntomas de ansiedad y depresión.
Además el rendimiento académico a menudo está por debajo del nivel esperado en función de la inteligencia y edad. Las dificultades de atención y la hiperactividad son frecuentes.
En el DSM-IV-TR estos comportamientos perturbadores se clasifican en:
- TRASTORNO DISOCIAL:
Se caracteriza por agresión a personas o animales: fanfarronea, amenaza a otros, inicia peleas, utiliza armas, a veces, es cruel físicamente con personas y animales, llega a robar con fuerza y a agredir sexualmente.
Es capaz de provocar incendios con la intención de causar daños graves y destruye intencionadamente las propiedades de otras personas.
Viola gravemente las normas: permanece fuera de casa de noche a pesar de la prohibición paterna, se escapa del hogar y suele hacer novillos en la escuela.
El trastorno disocial produce deterioro de la actividad social, familiar o escolar.
- TRASTORNO NEGATIVISTA DESAFIANTE:
Es un comportamiento negativista hostil que se manifiesta con discusiones con adultos, los desafía activamente o rehúsa cumplir sus demandas, molesta deliberadamente a otros, acusa a los demás de sus errores o mal comportamiento, es susceptible o se molesta fácilmente, es colérico o resentido, es rencoroso o vengativo.
Este trastorno provoca deterioro en la actividad social, familiar o escolar.
Más información en el siguiente artículo: Elaboración del Duelo