MI HIJ@ ADOLESCENTE!!!!
La adolescencia es una etapa evolutiva en la que el chic@ sufre cambios físicos, cognitivos y psicológicos en un proceso de búsqueda de su propia identidad. Comprendiendo sus peculiaridades os sitúa en mejores condiciones para acompañar a vuestro hijo en esta etapa crucial de su desarrollo.
Estas pautas pretenden ser una orientación para facilitaros la relación afectiva con vuestro hijo adolescente y que podáis disfrutarla.
- El adolescente no es un niño sino un joven en tránsito hacia la vida adulta: reforzad su papel dentro de la familia. Por tanto, darle cierto protagonismo en casa: escuchad sus opiniones, dejadle participar en la toma de decisiones familiares, fomentad su autonomía. Así mejorará su responsabilidad y su autoestima.
- Establecer unos correctos lazos afectivos: saber hablar con él sin forzarle a que explique sus problemas, respetad su propio espacio de intimidad. Como padres recordadle que estáis ahí para hablar con él y aconsejadle cuando así lo decida o lo necesite pero no funcionará si vive esta demanda como una imposición.
- Los padres no sois amigos de vuestro hijo. Ante todo sois padres y eso supone, a diferencia del amigo, que tenéis unos deberes y obligaciones legales hacia él, lo que supone tomar decisiones en función de sus necesidades y no impide mantener una buena relación afectiva. Los amigos aconsejan, los padres deciden aspectos importantes de la vida de sus hijos.
- Cuando aparezca el conflicto es importante no imponer, al menos de entrada, vuestro propio criterio a la fuerza y desde la perspectiva adulta. Cuidad las formas (evitad alzar la voz aunque tengáis que ser contundentes en vuestra decisión). La estrategia consiste en aportarle otros puntos de vista con argumentos suficientes para que él elija su camino con mayor conocimiento, pero que sea él quien tenga la sensación de que participa en la decisión. Suele ser la postura más eficaz dado que, en esta época, ya no sois los principales modelos de referencia. Al final, os tocará imponeros en algunas situaciones y adaptaros a otras que de entrada no deseabais. Es necesario ser flexibles (tolerar alguna cosa a cambio de evitar otras).
- No se trata de que tengáis que estar negociando siempre cualquier cosa con él. Comunicadle que su opinión es importante para vosotros, le escucháis y cedéis cuando es razonable y creéis que se lo merece, pero la última decisión la tomaréis vosotros.
- Sed coherentes con lo que le exigís, ofrecedle, como padres, un modelo consecuente con aquello que le estáis pidiendo. Si os mostráis inseguros (castigando las pequeñas cosas e ignorando las importantes, eludiendo responsabilidades cotidianas, cambiando de criterio según como estéis ese día…) no servirá de nada que le pidáis que sea responsable, honesto consigo mismo…
- En los adolescentes la explosión de hormonas puede facilitar expresiones extremas de rabia o furia (portazos, golpes, etc.). Por tanto, si él está muy alterado o vosotros muy nerviosos (si añadís más leña al fuego tendréis más calor). Esperad a que se calme para poder hablarlo y/o establecer las correspondientes consecuencias (reprimendas, castigos…)
- Cuidad vuestro propio proyecto personal. Unos padres implicados en actividades lúdicas, aficiones, deporte, cuidado personal…, independientemente de la atención hacia sus hijos, suelen ser unos modelos más admirados y respetados por los adolescentes.
No obstante, si los conflictos son recurrentes, persisten en el tiempo o veis alterada significativamente la dinámica familiar consultad a un profesional de la psicología.
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