LA FUNCIÓN DEL JUEGO EN EL NIÑO
El juego cumple una función fundamental en el desarrollo del niño, ya que es la actividad de la que más aprende el ser humano en la primera infancia. Es en estos momentos es su principal lenguaje, ya que a través del juego podemos saber lo que les ocurre, lo que sienten y cómo piensan.
Mediante el juego el menor desarrolla los procesos cognitivos y se estructura emocional y psicológicamente.
A medida que crece el niño, el juego va evolucionando y podemos encontrar diferentes tipos de juegos:
- Juego funcional o de ejercicio responsable del desarrollo sensorial, de la coordinación de movimientos y de la adquisición del equilibrio. Se da entre los 0 y los 24 meses, pasando por varias etapas: – de 0 a 4 meses aparecen las reacciones circulares primarias, el juego se realiza sobre el propio cuerpo. -De 4 a 8 meses se dan las reacciones circulares secundarias en las que el niño comienza a interactuar con el entorno. – De 8 a 12 meses hay una intencionalidad de la acción. -De 12 a 18 meses comienza la experimentación, que pasa si hago tal cosa…-De 18 a 24 se da principalmente la imitación.
- Juego simbólico: Le ayuda a comprender el mundo que le rodea y a desarrollar el lenguaje y la imaginación. Simula situaciones o imita a personas de su entorno que en ese momento no están presentes. Comienza a partir de los 2 años, dependiendo de la madurez emocional del menor.
- Juego de reglas: favorece el desarrollo de lenguaje, la atención, la memoria, así como la interacción social aprendiendo a respetar turnos, a ganar o a perder ayudándole a enfrentar la frustración.
- Juegos de construcción: Potencian la creatividad, contribuyendo a generar soluciones a problemas complejos.
El niño que juega va incorporando el entorno a su psiquismo a la vez que va interactuando con dicho entorno. El juego ayuda a comprender el mundo que le rodea, y a actuar sobre el mismo en situaciones de cambio que pueden hacerle sentir inseguro.
Ante un acontecimiento traumático, como por ejemplo el nacimiento de un hermano, o la incorporación de la madre al trabajo o la asistencia a la escuela, problemas con los compañeros…, el niño no puede actuar para cambiar la situación, pero el psiquismo dispone de una capacidad denominada “compulsión a la repetición” que impulsa al menor a reiterar mediante el juego las situaciones temidas o no elaboradas para poder manejar a su antojo hasta asimilar dicho acontecimiento. Por ejemplo, juega a que él es la mamá y favorece al hijo mayor frente al pequeño.
El niño puede a través de los juguetes, que simbolizan personas u objetos reales, descargar la rabia fácilmente y sin culpa, cosa que no puede hacer con personas reales.
Arminda Aberastury decía que: “El niño que juega bien, tranquilo, con imaginación, da una garantía de salud mental, aunque tenga muchos pequeños síntomas que preocupen a los padres”.
Cuando los adultos se planteen que juguete regalar a un niño deben tener en cuenta varias cosas, primero que no solo los juguetes educativos son útiles, estos ayudarán a desarrollar los procesos cognitivos como la atención y la memoria. También, son importantes los juguetes más lúdicos, ya que cumplen una función muy valiosa, le ayudan en su bienestar emocional.
Es importante elegir el juguete según la edad del menor, ya que un juguete que sobrepase o no llegue a la edad del niño, hará que no lo disfrute y no cumplirá adecuadamente su función.
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