He hablado del niño acosado, igual de importante es detenerse a escribir sobre el acosador en la escuela, porque si estas conductas no se reconducen en la infancia muy posiblemente se repitan en la edad adulta (mobbing, la violencia de género).
El niño acosador muchas veces no se identifica como tal, ni tampoco su familia. Nos encontramos con padres que cuando reciben la noticia no dan crédito, les provoca rechazo, lo niegan o culpan a la víctima o se felicitan porque sus hijos son «los duros»o dicen cosas como «son cosas de chavales», «esto siempre ha ocurrido», lo protegen, una reacción totalmente comprensible, es su hijo, cuesta aceptar que éste sea un acosador, además sienten que se pone en cuestión su labor como padres, tienen que pensar que es fundamental reconocer la realidad cuanto antes y ponerse manos a la obra porque de algún modo sus hijos están pidiendo ayuda llamando la atención.
Aunque no hay un solo perfil sobre el que acosa, muchas veces nos encontramos con chavales acostumbrados a tenerlo todo y rápido, poco tolerantes a la frustración e insuficientes habilidades alternativas a la violencia, con una acentuada tendencia a abusar de su fuerza e identificación con el modelo social basado en el dominio y la sumisión con sus iguales, parecen no saberse relacionar normalmente sin hacer de menos al otro y además tratan que otros niños les secunden en esas burlas, los niños aprenden que tienen que ser duros y valientes y además demostrarlo, por eso el que pide ayuda «es un chivato», tienen dificultades para ponerse en el lugar de los demás, falta de empatía, dificultades para cumplir las normas y malas relaciones con el profesorado y otras figuras de autoridad, escasa capacidad de autocrítica y ausencia de sentimientos de culpabilidad, suelen culpar del acoso a la víctima, dificultades familiares con los límites, complicaciones para enseñarles alternativa a la violencia, parecen usar el acoso como forma destructiva de obtener protagonismo y compensar exclusiones o fracasos previos.
Es muy importante hacer visible este problema, tanto en la escuela como en la familia, no se puede infravalorar estos comportamientos porque los vea como «cosas de chavales que han pasado siempre» ya que para el chico al que va dirigido es muy doloroso y para su hijo es una señal del mal funcionamiento de sus relaciones personales. En mi opinión hay que escuchar este pedido de ayuda lo antes posible, ya que si no se trata las probabilidades de que en futuro generalice y repita estas pautas en el trabajo o con su pareja son elevadas.
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